Estaba frente al portal de la casa de Paula. Pulsé el botón en el que estaba escrito el número de su piso durante un par de segundos. Si tardaba tres minutos más, llegaríamos tarde otra vez, como todos los lunes, y estaba dispuesta a que hoy no ocurriera eso.
-¡Paula, baja ya!- grité al telefonillo.
-Ya voooy- dijo una voz somnolienta.
Yo empezaba a impacientarme. Era la tercera vez que llamaba esta mañana y que me contestaba lo mismo. Golpeé el suelo con el pie con impaciencia. Volví a llamar, y esta vez dejé el dedo pulsado más segundos.
-¡Que ya bajo!- gritó.
En menos de un minuto, Paula bajó trotando por las escaleras con la mochila golpeándole en la espalda.
-Chica, qué impaciente- dijo cuando estuvo frente a mí.- Dani no quería terminarse el desayuno y yo tenía que poner en marcha el lavavajillas. Este niñato es estúpido. Siempre me retrasa cuando más prisa tengo.
Dani era el hermano pequeño de Paula. Tenía diez años y ella se ocupaba de él todas las mañanas. Aunque era bastante independiente, su hermana tenía que asegurarse de que había desayunado, se había atado los cordones, llevaba todos los libros en la mochila y que estaba adecuadamente vestido; ya que sus padres trabajaban desde muy temprano.
-Ya sé por qué hoy tienes más prisa de lo normal- me dijo Paula.- ¡Quieres que todos vean tu nuevo peinado! Quieres que todos te digan lo súper estupenda que estás con él antes de que empiecen las clases.- Yo empecé a negar con la cabeza, aunque ella siguió.- ¿Pero no sabes que la mejor forma de que todos se fijen en ti es llegando tarde? Qué poco has aprendido de mí todos estos años…
-¡Paula, sólo quiero llegar a clase! Puntual a ser posible.
-Venga ya…
No quise contestarle porque sabía que tenía parte de razón.
Íbamos a entrar a nuestra clase cuando alguien nos bloqueó.
-Vaya, vaya Di. ¿Ya te has dado cuenta de que tu peinado no se llevaba?
No podía haber persona más odiosa y engreída que ella.
- Jennifer, aparta- dijo Paula.
-¡Qué pena que no te hayas dado cuenta que este tampoco se lleva!- siguió Jennifer- ¿Quién te lo cortó?
-Tu madre- le contesté secamente. Ella se quedó helada y pudimos apartarla con facilidad para poder entrar. Había contestado aquello porque sabía que su madre era peluquera. Me lo dijo Paula, ya que fue amiga suya durante toda primaria. Cuando coincidimos en este instituto por primera vez, Paula ya estaba harta de Jennifer y empezó a sentarse conmigo en clase. No fue por ningún motivo en especial, simplemente el asiento que estaba a mi lado estaba vacío. Y poco a poco, hablando y conociéndonos, nos hicimos inseparables. Jennifer, al verse sola, la pagó conmigo y siempre que puede intenta dejarme en ridículo o cosas parecidas. Ella misma se buscó el quedarse sola al ser insoportable, pero nunca superó el haber perdido a su amiga de la niñez.
Paula y yo nos sentamos en nuestros sitios. A los pocos segundos, Stephanie se dio la vuelta en su asiento y me miró con una gran sonrisa.
-¡Te queda genial este look!- me dijo.
Yo se lo agradecí sonriendo.
-Stephanie, espero que no le estés diciendo lo que creo.- dijo con una cara muy seria Jennifer, que acababa de acercarse. Stephanie chasqueó la lengua con desagrado y se dio la vuelta sin mirar a nadie. Stephanie era una de las “amigas” de Jennifer, pero esa relación se estaba estropeando, ya que Jennifer trataba a sus amigas como esclavas. Y Stephanie estaba sufriendo mucho por su culpa.
4 alivios para mis lágrimas:
Hey! Me encanta esta historia...solo creo qe primero pusiste Jennifer y luego Jessica
creo qe es la misma no? hehe :P
xro adoro Palmeras d Chocolate :)
(siempre te encuentras a tipas como Jessica en todos lados)
{grr}
Ups!!!
Gracias por decírmelo, me suelo confundir con esos dos nombres ^^'
Ahora lo corrijo.
Asi es mi mundo, estoy rodeada de gente odiosa e ingreida, y es una situacion horrible, de la que aun no me puedo liberar....
Gran escrito.
Saludos...
i like this :D
me encanta la historia, y no me canso de repertirlo jaja
besitos
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