Nada más abrir la puerta de mi casa me encontré a mi madre esperándome con los brazos en jarras.
-Mamá, lo siento, yo…
-¿Dónde estabas?- preguntó secamente.
-En el centro, con Paula. Simplemente se nos ha pasado la hora.
-¿Y no podías llamar para avisar que vas a llegar tarde?- dijo mi padre, que acababa de salir de la cocina y de poner una mano sobre el hombro de mi madre. Ese gesto indicaba que estaba de acuerdo con lo que fuera que iba a decirme mi madre.
-Como vuelvas a llegar tarde sin avisar antes vamos a tener que empezar a bajarte la hora de llegar a casa. La próxima vez será a las seis y media- yo emití un gruñido de desacuerdo.- Y si sigues sin hacer caso, no te dejaré salir.
-Pero…-empecé a decir
-¡Estamos a mitad de curso! Tienes que prestar más atención a tus estudios y salir menos. No tenías por qué salir esta tarde.
-Tenía que cortarme el pelo- dije- y, además, voy sacando buenas notas, no tienes de qué quejarte.
-Por eso. No queremos que pierdas tus buenos hábitos.- dijo mi padre. Yo resoplé.
-¡Es la primera vez que no llego a la hora! ¡Y sólo ha sido por media hora! Si fueran tres horas, entiendo tu preocupación, pero media…
-Vale Diana. Por esta vez pasa, y confío en que no vuelva a ocurrir.-dijo mi madre más relajada. Yo asentí- Ahora ve a la cocina y empieza a preparar la mesa.
Dejé mi abrigo y mi bolso en el perchero y me dirigí a la cocina.
-¡Ah, por cierto!-me llamó mi madre- Estás guapísima con este corte de pelo. Seguro que más de un chico te ha mirado.
-Mamá…
-¡Tranquila, ya me callo!-dijo acariciándome el pelo.- Quizá también tuviera que cortármelo yo.- dijo tocando su melena oscura con reflejos más claros.
-Estás bien así.-dije sincera- Ahora eres tú quien lo tiene más largo.
Mi madre esbozó una sonrisa y llamó a mi padre. Juntos terminamos de hacer la cena y de preparar la mesa.
-¿Y Roberto? ¿Hoy no cena aquí?- pregunté
-Tu hermano…-empezó mi padre mirándose el reloj- ya debería estar aquí. ¡Los dos llegando tarde! En cuanto llegué le…
La puerta se abrió en ese mismo momento y apareció la cabeza de mi hermano.
-¿Qué pasa? ¿Me he perdido algo?- dijo.
-Pues unos minutos más y te pierdes la cena.- dijo nuestra madre poniendo los brazos en jarras. Empezaba de nuevo el interrogatorio.- ¿Dónde estabas?
-Con Julio
-He dicho dónde estabas, no con quién estabas.
- Pues… he estado por la calle. Y luego he subido un rato a la casa de Julio, a jugar a la Play Station.
-Vale. Lávate las manos y siéntate a la mesa.
En cuanto él se alejó miré a mi madre con mirada acusatoria y los brazos en alto.
-¿¡Y eso es todo!?-me quejé- ¿Por qué no le habéis regañado tanto como a mí?
-Él ha tardado menos, apenas un cuarto de hora. Él es más mayor, además de que es casi mayor de edad.
-Tú lo has dicho. Casi.-protesté
-Quejica…-dijo Roberto, que acababa de volver. Yo le saqué la lengua y me senté en mi sitio. Roberto se disponía a hacer lo mismo cuando empezó a sonar su móvil. Lo cogió y tras comprobar quién le llamaba corrió a su habitación.
Mis padres y yo nos quedamos asombrados. Nunca solía hacer eso si le llamaban sus amigos, así que sólo había una opción: una chica. Seguro que la había conocido esta tarde, porque los días anteriores no había hecho nada parecido.
A los pocos minutos salió de la habitación mirando al suelo. Yo le notaba un poco sonrojado y nervioso.
-¡Ay, hijo!- le dijo mi padre pasándole el brazo por el hombro.- Mujeres…
Él no le hizo caso, pero una expresión extraña cruzó su cara. Mi padre había dado en el clavo.
31 jul 2010
14. Interrogatorio
Pensado por fragile_tear en 23:26
Etiquetas: palmeras de chocolate
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1 alivios para mis lágrimas:
cada vez me gusta mas esta historia, me enamoro de ella cada vez que la leo
cuidate
un abrazo
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