La sesión terminó a las seis y media, tenía tiempo para pasarme por una peluquería, así que fuimos todos a buscar una. Respecto a la película, creo que fui la que presté más atención. Buen argumento, actores buenísimos, efectos especiales impresionantes… pero lo mejor fue el numerito que montaron los demás. Darío y yo entramos los primeros en la sala, y yo me senté en el asiento de la punta. Darío se sentó a mi lado y Paula al lado de este. Ahí empezó el problema. Diego y Álvaro se peleaban por ponerse al otro lado de Paula. Darío ofreció a cambiarse, pero Paula le cogió por el brazo y dijo “No, tú te quedas aquí”. Yo sé que en verdad lo hizo porque le encantaba ver como se peleaban por ella. Al final, Diego consiguió sentarse al lado de Paula y Álvaro se apoderó de sus palomitas extra grandes como venganza. Durante los primeros veinte minutos de la película reinó la tranquilidad, pero después Álvaro se aburrió y empezó a tirarle palomitas a Diego. Éste intentó mantener la calma para mostrar una buena apariencia ante Paula; pero a los cinco minutos, muy enfadado y lleno de palomitas, dio un golpazo al bote de las palomitas y todas cayeron sobre Álvaro, que no dudó en tirarle a Diego su refresco. Del refresco apenas quedaban unas gotas, lo que provocó que Paula riera sin parar durante unos cuantos minutos. En seguida llegó el encargado de la sala y nos amenazó con sacarnos de la película. Ante aquello, parecieron tranquilizarse. Paula me dijo que si podía acompañarla al baño, después de tanto reírse, necesitaba ir. De regreso a la sala Paula me miró divertida:
-No me digas que no te lo estás pasando bien.
Yo me encogí de hombros. Me lo pasaba bien mirándoles, aunque no participaba. Aunque estaba segura de algo: nunca olvidaría esta tarde loca. Durante el resto de la película Diego y Álvaro estuvieron cuchicheando, seguramente estaban haciendo planes para después; y Darío se sentaba tenso, ya que se ponía nervioso cada vez que Paula le rozaba al cambiar de postura. Estaba segura de que a Darío le gustaba bastante Paula, pero que nunca haría tonterías como las de Diego y Álvaro.
Cuando salimos del cine, nos propusieron ir a la bolera, pero Paula les dijo que teníamos que ir a la peluquería. Bendita su memoria en aquel momento, porque estaba segura de que no se acordaría. A Diego y Álvaro se les notaba como decepcionados.
-Si queréis podéis venir, no tardaremos mucho. Y luego después podemos ir a la bolera.-les dijo Paula.
Ellos asintieron aunque no muy convencidos. Así que así estábamos, buscando por las grandes calles del centro, muertos de frío, una peluquería. Esta vez Paula y yo íbamos delante y los chicos detrás, arrastrando los pies.
-¡Vamos, que os perdemos!- les gritaba de vez en cuando Paula.
A los cinco minutos encontramos una peluquería con muy buena pinta, así que entramos.
-Hola, buenas tardes. ¿Quién es a quien tengo que atender?- Preguntó una peluquera a todo nuestro grupo. Era rechoncha, con el pelo corto y un poco de punta, teñido de castaño oscuro con mechas rubias, y con una gran sonrisa amable. En su chapa ponía Vanesa.
-A mí.- respondí adelantándome.- Quiero lavar, cortar y peinar
-Muy bien, pasa por aquí. Vosotros podéis quedaros en este sofá.-les dijo a los demás.
A mi me llevó a lavarme el pelo con champú que olía muy bien, como a alguna fruta exótica. Luego me llevó hasta un sillón para cortarme el pelo.
-Bueno, cielo ¿cómo querías cortártelo?-me dijo Vanesa.
-Pues, la verdad es que no lo sé.- dije un poco avergonzada.- Quería algo nuevo, cambiar de look.
-Pues toma, hojea un poco estas revistas y me dices que peinado te gusta.-dijo Vanesa tendiéndome unas revistas de moda. La mayoría de los peinados eran extravagantes y llamativos, con cortes desiguales, flequillos que llegaban hasta la nariz o teñidos de azul, morado, naranja chillón…
Estaba terminando la segunda revista cuando vi un corte sencillo, fresco y original.
-Quiero éste.-le dije a Vanesa, y se puso manos a la obra.
Cuando me miré al espejo, casi no me reconocí. El peinado me quedaba muy bien, y Vanesa había hecho un buen trabajo.
-¿Te gusta?- me preguntó amablemente.
-¡Me encanta!-le contesté, lo que le hizo sonreír agradecida.
Cuando fui a pagar, Paula vino hacia mí corriendo.
-¡Guau, pareces Alice Cullen!- me dijo y la verdad es que tenía razón. Mi pelo ahora llegaba hasta los hombros, y algunas puntas, sobre todo las de las capas más cortas, estaban peinadas hacia fuera. Mi flequillo ahora estaba de lado y cortado en escala. A mi cara le daba un aspecto más alegre.
-Estás guapísima.-me dijo Paula al oído.-Seguro que estos no te quitan ahora el ojo de encima.
-Ey, estás preciosa.- me dijo Diego cuando terminé de pagar. Qué raro, creía que no se había dado cuenta de que existía.
-Gracias. ¿Nos vamos ya a la bolera?- les pregunté
Todos asintieron y una ligera sonrisa cruzó el rostro de Darío por un segundo.
-Pero os aviso que éste nos va a dar una paliza.- dijo Álvaro pasando su brazo por los hombros de Darío.
-Eso se verá…-dijo Paula como ronroneando a Darío
-¡Oooh tío! ¡Eso es una amenaza en toda regla!- le dijo Diego a Darío.- Os retamos. Nosostros dos- dijo señalando a Darío y a él mismo.-contra vosotros tres.
-¿Por qué yo con ellas?- dijo Álvaro molesto
-Porque ellas están en desventaja. Son una menos y no tienen a… ¡Súper Darío!
Paula se rió, pero le tendió una mano
-Si ganamos nosotras, tenéis que hacer todo lo que os digamos- dijo Paula
-Y si nosotros ganamos tenéis que… ¡Bah! Digo lo mismo.-dijo Diego estrechándole la mano
4 alivios para mis lágrimas:
No sé si Darío me trae buena espina, algo en el no me hace sentir segura de sus intenciones(?) Jaja, ni sé lo que hablo. pero su personaje es el que más me gusta de todos :)
besos!
fascinante! :)
que genial cada vez me gusta mas y mas
cuidate
bye
jajaj ya te hechaba de menos :) de verdad se agradece mucho que estés atenta a mi blog, me siento orgullosa! gracias! nadie se había dado cuenta de mi nueva cabecera! un beso♥
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