El resto de la tarde estuvimos paseando por el centro, viendo tiendas, hablando, riendo… Acabamos en un parque con columpios en los que se apresuraron a subir Paula y Darío, que peleaban por quién subía más alto. Yo me subí a lo alto de un tobogán y me quedé allí sentada, haciendo de juez para ver quién era el que ganaba. Sabía que nos estábamos comportando como críos, pero hay veces en las que necesitas volver a tu infancia. A esa inocencia, a esa vida sin preocupaciones, sin nervios, sin chicos que te hagan temblar de arriba abajo cuando te miran. Porque eso era lo que me estaba pasando. Otra vez. No había terminado de olvidar a Javi y ya estaba volviendo a sentir lo mismo por otro chico. O eso creía yo. No sé, estaba hecha un lío.
-¡Diana! ¿¡Quién gana!?- me gritó Paula desde lo alto de su columpio.
Me fijé en ellos y me pareció que ganaba Darío, pero estaban muy igualados.
-¡Gana Paula!
-¡Mentira!-gritó Darío- ¡Sabes que gano yo! Yo llego más alto. ¡Mira!
Se dio más impulso y ahora sí vi con claridad que su columpio estaba más alto que el de Paula. Ella me miró y me dijo por señas “1€”. Yo dice un gesto de desagrado y le dije “más” sólo moviendo los labios. Ella dijo “dos y no más”, y yo alcé el pulgar mostrando que estaba de acuerdo.
-¡Ey! ¿Qué está pasando aquí? ¿No la estarás comprando?- dijo Darío.
-¿Yo? ¿Comprar a la juez? ¡Venga ya!- dijo Paula
-¡Gana Paula!- volví a gritar aunque sabía que con dos euros no conseguiría comprar casi nada.
-¡No se puede competir con vosotras!- dijo Darío riendo a la vez que se bajaba del columpio. Se acercó al tobogán y subió parte de la escalera.
-Te doy el doble de lo que ella te haya prometido- me susurró. Yo reí tontamente.
-¿Te das cuenta? ¡Me estáis intentando comprar por ganar a “quién llega más alto” en unos columpios! ¿Cuántos años tenemos?
-Pues… tú ocho, yo seis y Paula cuatro. O tres y medio.
-¿Y en qué te basas para adjudicar esas edades?- preguntó Paula que acababa de llegar.
-En nuestras edades mentales- dijo Darío con una sonrisa pícara.
- Así que yo tengo cuatro, ¿no?- dijo Paula acercándosele con mirada amenazadora.
-En realidad, tres y medio.
-¡Serás…!- Paula empezó a perseguirle por el parque. Darío parecía muy rápido, y Paula siempre ganaba las competiciones de velocidad, en las que corría 50 metros; pero me pareció que Darío dejó pillar. Le sujetó las muñecas, ya que ella le amenazaba con pegarle. Se miraban a los ojos a la vez que se reían levemente, negociando su edad mental.
-Suéltame- decía Paula.
-No, me vas a pegar.
-Si tengo la misma edad que tú, te prometo que no te pego.
-¿Y si no?
-Estás demasiado cerca de mí, tanto que puedo golpearte con mi rodilla en alguna parte que va a hacer que caigas al suelo lleno de dolor.
-Eres cruel…
-No sabes cuánto.
-Vale, te lo dejo en cinco.
-Seis
-Cinco y medio.
-Mmm, vale. Y ahora suéltame.
Darío la soltó lentamente sin dejar de vigilar sus movimientos.
-Bueno ¿en qué hemos quedado?- les pregunté divertida
-Tú ocho, yo seis y Paula, mediante chantaje, me ha demostrado que puede llegar a los cinco y medio.- dijo Darío exhibiendo de nuevo su hermosa sonrisa. Sabía que eso, sus penetrantes ojos grises y su aura de misterio era lo que me hacía sentir interés por él. Pero él no era mi tipo. Sus ropas eran demasiado oscuras, su pelo demasiado largo para mi gusto, aunque sólo le llegaba hasta por debajo de las orejas; y le gustaba demasiado Paula. Y seguro que a ella él. Era mi mejor amiga, no le podía hacer eso. La cabeza me iba a empezar a doler de un momento a otro si no paraba de darle vueltas a todo aquello.
-Diana, es demasiado tarde, tenemos que irnos.
Me miré el reloj. Iban a ser las nueve menos cuarto y prometí a mi madre volver a las ocho y media.
-Yo ya llego tarde- dije.
-Yo no, me pusieron de límite las nueve y media.- dijo Paula. No sé cómo lo conseguía, pero siempre la dejaba una hora más tarde que a mí.
-Si queréis os acompaño- dijo Darío.
-No, déjalo. Vamos en autobús. Además tú vives por el centro, ¿no?- dije. Él asintió.
-Bueno, pues hasta otro día. Llámanos cuando quieras y quedamos, aunque sea también con Diego y Álvaro. ¿Vale?- dijo Paula.
-Vale.
Nos dijimos adiós con la mano y fuimos hasta la parada de autobús. Una sonrisa cruzó mi rostro. Aquella tarde que había empezado como muy aburrida había acabado siendo una de las mejores de mi vida.
29 jul 2010
13. La edad mental
Pensado por fragile_tear en 22:55
Etiquetas: palmeras de chocolate
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
3 alivios para mis lágrimas:
Creo que Darío es oficialmente mi preferido *-* Es tan... ahh no se, refrescante comparado con tanto chico bobo.
Que bueno que Di ya se siente mejor, al diablo con Javi xD
Hugs, Natt.
PD: por cierto cuál es tu nombre? Se me hace raro llamarte fragile_tear xd
aaaa
pero io kiero que darío este con Diana, no es justoooo
jaja
pero que se haga lo que la autora quiera jaja
cuidate muchisimo
Me llamo Gema :)
Publicar un comentario