3.Videollamada

Si alguien quiere leer la historia "Palmeras de chocolate" desde el principio, mandádme un correo a laslagrimasperdidas@gmail.com y os la enviaré

Matemáticas era la última hora, así que me dirigí a las taquillas para coger el resto de mis libros. Paula, que para lo que le interesa es muy rápida, ya los había cogido y se dirigía hacia mí con una gran sonrisa.

-¿Qué te pasa?-dije mientras cerraba mi taquilla.

-Ah,¡sorpresa! Tú ven conmigo.-dijo cogiéndome de la mano.

-Paula ¿dónde me llevas? Roberto está ya en casa, y como llegue un poco tarde, ¡se come mi comida!

-Bah, deja que tu hermano se hinche a comer, si luego no consigue tener buen cuerpo para el verano, que a ti no te venga a llorar.-yo sonreí al comentario.-Además, seguro que esto te va a parecer más importante que quedarte hoy sin comida.

-Paula déjate de tonterías-le dije mientras ella me arrastraba por todo el pasillo del instituto.-o me lo dices o me voy.

Mi amiga seguía tirando de mí, y yo intenté frenarme con los pies.

-¡Paula, para!

-¡Espera, que quedan tres metros!

Yo no entendía como una chica tan flacucha como ella podía arrastrarme a mí, que pesaba más que ella y además ponía resistencia.

-¡Gabriel, Sergio, Marcos!- gritó Paula.- ¡Ya la traigo!

-Buen trabajo, Pauli. Te has ganado un chicle.-le dijo Sergio

-Imbécil, yo no soy un perro. No necesito que me des premios cada vez que hago algo bien. Es decir, siempre.-le contestó Paula con mirada asesina.

-¡No, por favor! Yo nunca daría ese tipo de premios a mi perro, él se merece más que tú.- Paula entrecerró los ojos y abrió la boca para contestar, pero yo fui más rápida.

-¡Ya, parad, tiempo muerto! Si queréis mataros iros fuera. El director se enfadará mucho si mancháis de sangre su precioso suelo de mármol.

-Diana, agárrame, que a la próxima provocación, voy y le doy.-me dijo Paula al oído.

-Guarda las garras, gatita.-le dijo Sergio y yo tuve que agarrar fuerte el brazo de mi amiga.

-Eh, tío, vale ya ¿no?-le dijo Gabriel. Sergio miró para otro lado con cara indiferente.

-Bueno, ¿para qué me queríais?-les pregunté.

-Hoy es el cumple de Javi.-dijo Marcos

-Ya, ya lo sé ¿y?

-Pues que vamos a llamarle. Ahora.-dijo Gabriel.

-Y como sabemos que le gustabas…-empezó a decir Marcos.

-Y a ti te gustaba él…-dijo Sergio dejando inacabada la frase.

-Eh, eh, eh. ¿Quién ha dicho que a mí me gustaba Javi?-dije intentando no ponerme más colorada de lo que ya estaba.

-Vamos, Di. ¡Se os notaba un montón!-me dijo Paula. Sergio asintió con energía, mostrando que estaba de acuerdo con Paula.

La verdad es que no entendía el comportamiento de Sergio respecto a ella. Y creo que nunca lo entenderé. A veces lo chicos parecen de otro planeta.

-Bueno, no pongamos más nerviosa a Diana, que seguro que está deseando que hablemos con él.-me dijo Gabriel con una media sonrisa. Yo aparté la mirada y sentí cómo me ponía más roja.

Marcos sacó su teléfono de última generación, de estos que tienen cosas que ni tú podías imaginar que tuviera.

-Bueno, poneros guapos que le llamo.-dijo Marcos buscando en la agenda el número de Javi

“¿Poneros guapos? Es una llamada, no nos va a ver”

-Es una videollamada.-me susurró Gabriel.

“¿¡Videollamada!? No, por favor. ¡No estoy arreglada!”

Contestó al tercer pitido y su cara apareció en la pantalla del móvil. De fondo se veía mucha gente, con refrescos en las manos, riéndo y algunos bailando.

-¡Ey tío, felicidades!- gritó Sergio. El grito resonó por todo el pasillo, ya que quedaban pocos alumnos en el edificio.

-¡¡Felicidades!!-gritamos todos.

-¡Gracias!-dijo él sonriendo, con aquella preciosa sonrisa que me hacía temblar.

Los chicos estuvieron hablando con él alrededor de dos minutos de cosas intrascendentes, hasta que de repente Sergio me dijo:

-Ven, ven, ven a saludarle.- ya que desde mi posición él no me podía ver.

-Sergio, me tengo que ir. Clara no deja de llamarme y como se enfade… No sé qué voy a tener que decirle para que me perdone.

“¿Clara?”

Sergio me colocó delante de todos de forma que me pudiera ver bien.

-Ho-hola.-dije sonriendo. Él me miró a los ojos y su expresión alegre se fue borrando, como si se acabara de recordar algo, como si acabara de acordarse de mí.

-Hola.-dijo en un susurro.

-¡Javi, te he dicho que vengas!- se oyó una voz aguda y de repente apareció junto a él una chica rubia de 16 años aproximadamente que le cogió del brazo cariñosamente.

-Clara, estoy hablando con mis amigos.-le dijo en un susurro Javi a la chica.

-Ah, pues preséntamelos. ¡Hola!- dijo saludado al móvil

Todos le saludaron, pero yo me había quedado de piedra. No reaccionaba a nada. Sólo podía escuchar y ver.

-Eh… chicos, ésta es Clara. Mi chica.

Sus palabras retumbaron en mi cabeza. Mi chica. Sólo podía oír eso y ver la imagen de ella agarrada fuertemente a su brazo. No sé cuanto tiempo estuve quieta, y sólo reaccioné cuando la pantalla del móvil de apagó.

Noté como Paula me abrazaba por detrás y cómo las lágrimas querían acudir a mis ojos.

-¿Estás bien?- me dijo con una voz suave Gabriel y mirándome con ojos preocupados.

Yo asentí torpemente y él me colocó un mechón de pelo tras la oreja.

-Vamos Di, vamos a casa. Adiós chicos.-se despidió Paula agarrándome del brazo.

Gabriel y Marcos me miraron con tristeza y movieron la mano despidiéndose de nosotras.

-Hasta mañana.- murmuré, aunque me extraña que me oyeran.



Hasta el 1 de julio no vuelvo a tener Internet, así que el blog va a tener un corto descanso. Pero volveré con la continuación de la historia.

Besos empapados de lágrimas perdidas