Capítulo 34

Samuel no podía soportar seguir encerrado en el hotel. Llevaban ya casi dos semanas y no había ni rastro de Zenia. Luminor sólo había podido detectar que estaba también en París. Así que empezaron a buscar por zonas. Las musas también poseían parte de las capacidades de su padre, por lo que podían detectar si algún ser demoníaco andaba cerca. Pero nada.
Samuel decidió salir a dar un paseo por París, necesitaba pensar. Tras varios paseos por el centro, sus pasos le llevaron hasta el parque de Luminor. Allí estaba él, majestuoso e imponente, elevando son hojas al azul cielo. Samuel se sentó en un banco frente a él. Necesitaba hablarle, pero prefería esperarse a la noche, cuando nadie pudiera pensar que estaba loco porque hablaba con los árboles. «¿Por qué me lo tuvo que contar todo de esa forma tan brusca?» se preguntaba Samuel «Es imposible que mi madre no fuera un ángel.¡Habría salido deforme! Además, un ángel y un demonio no se pueden enamorar»
Recordaba que tras aceptar la ayuda de Luminor, aunque más bien de sus hijas, éste le había contado la verdad. «¿Y cómo piensas recuperar a tu madre de los ángeles?» Le había preguntado. Él se quedó pasmado. ¿Madre?, no sabía quién era su madre, así que como para recatarla. Luminor vio su cara y le dijo «¿Pero no sabías que Zenia era tu madre?» «Pues no. Además, mi madre es un ángel, es imposible lo que dices». Pero Luminor le explicó la verdad.
Sus padres se habían enamorado en el castillo y escondieron su amor a todo el mundo. Pero de repente Zenia se quedó embarazada, y eso si que era imposible de ocultar. Entonces Zenia le pidió un favor a Hekiaziel, «Hazte pasar por su padre. Ellos no le verán ningún inconveniente, pero si se enterarán de la verdad… por favor, te lo ruego, ¡ayúdame!» Y el no podía decir que no. El amor que sentía hacía Zenia era mayor que el castigo que recibiría por la traición. Todo fue a pedir de boca, los demonios aceptaron con alegría la unión de los dos jóvenes y cuidaban de la embarazada, que aprovechaba y de noche iba a visitar al ángel. Pero de repente todo se vino abajo. Zenia había dado a luz a un ángel. La presionaron para conseguir el nombre del padre y hablaron con lo ángeles para ver si ellos sabían algo. Cuando por fin se supo quién era, ambas razas se pusieron de acuerdo en matar al bebé. Pero una noche desapareció. Sus padres juraron que no sabían nada, pero aún así se les condenó a muerte.
Samuel se había criado con los demás ángeles, en el Palacio, sin padres y sin nadie que le ofreciera su apoyo. Y nunca había sabido quién podía haberle llevado hasta allí, pero ahora cayó . «Seguro que fue Hekiaziel. Prometió ayudar a mi madre y por eso también me ayudó a mí en la Ciudad del Miedo»
Se quedó en aquel banco hasta el anochecer, viendo pasar por delante de él grupos de amigos y familias felices. Cuando volvió al hotel, Nathalie se abalanzó sobre él gritando.
-¡¡Samuel!! ¡¡Samuel!! ¡¡La hemos encontrado!!
-Chist, baja la voz.-le dijo Samuel.- ¿A quién? ¿A Zenia?
-¡¡Coge tus mejores galas porque esta noche nos vamos de fiesta!!